Para nadie es secreto el que las poblaciones que habitan en las regiones chilena y peruana no se guardan demasiada estima. El origen de aquella enemistad se remonta fundamentalmente a los tiempos de la Guerra del Salitre (1879-1884), cuando ambos países se enfrentaron por el dominio de las áridas tierras del nitrato y el guano, los principales fertilizantes de la época. Desde entonces y hasta la actualidad, intermitentemente se han sucedido momentos de crisis diplomática y tensión fronteriza, lo cual sumado a otros hechos como el uso electoral y demagógico del nacionalismo, nos demuestra que las heridas abiertas el 79, están, a pesar de los 130 años que nos separan aquellos días, lejos de cerrar. Esta situación ha impedido que los hombres y mujeres de uno y otro lado de la línea artificial que nos separa, podamos sostener una relación de empatía y solidaridad. Los Estados y los nacionalismos que éstos fomentan, constituyen la base del muro que nos divide. Los anarquistas se han preocupado de combatir esta adversa realidad desde que sus ideas arraigaron en la América morena. Como un aporte a la fraternidad universal que nos une con los compañeros libertarios de cualquier parte del Orbe, este breve escrito apunta principalmente a rescatar del olvido los orígenes y las características de los primeros días de la fraternidad revolucionaria entre los libertarios de ambas regiones.
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